Francesca F.
En mi familia no éramos solamente chicas italianas en viaje de estudio a España; en esa casa vivían también una chica alemana de 15 años, que se llama Amelie, y un chico americano llamado Alonso, de 20 años. Ellos estaban en Salamanca para aprender el idioma y estaban estudiando por algunos meses al extranjero, como muchas veces se hace a través de la escuela o de la universidad.
Los dos estaban muy contentos de conocernos y les gustaba la cultura italiana y nuestra “manera de hablar”. Eran muy gentiles con nosotros y los primeros días nos han enseñado cómo orientarnos en la ciudad.
Hasta el jueves, no nos hemos visto mucho porque nuestros horarios de lecciones y actividades eran diferentes de los de ellos, y por la tarde los dos tenían que estudiar para los exámenes. Pero la última tarde, el viernes, salimos juntos.
Salimos a las 10 de la tarde con la chica y antes fuimos a un lugar donde se puede bailar llamado “Gatsby” donde encontramos algunas chicas alemanas, amigas de Amelie. Después decidimos ir a otro sitio, siempre un bar lleno de música que se llamaba “Panyagua”, donde había otra tipología de música que conocían todos. Una hora después llegó Alonso también y bailamos todos juntos. Más o menos a la medianoche y media hicimos un paseo por la ciudad de noche. A las 1.30 regresamos a casa y nos despedimos porque al día siguiente nos italianas habremos ido a Madrid para coger el avión.
Me ha gustado mucho está experiencia con dos chicos provenientes de diferentes lugares, porque así he podido aprender sus culturas y he entendido la importancia de hablar un idioma extranjero para comunicarse con personas que viven en un país diferente de donde vivo yo.